CORROSION GALVANICA DEL ALUMINIO |
"El aluminio en el buceo es un dolor de cabeza". Llevo diseñando, fabricando y usando material de buceo desde 2001 y creo que esta frase resume mi posición sobre los componentes de aluminio. No obstante, al adquirir material de buceo de una cierta calidad indudablemente terminaremos llevando componentes de aluminio: desde una placa para viajes, el cuerpo de un caro torpedo o una carcasa para nuestra cámara reflex. El aluminio tiene ventajas en el campo de la fabricación, pues no es un material tan caro como el bronce o el acero inoxidable y el mecanizado es mucho más sencillo (y por tanto económico). Por ejemplo los bloques de metal necesarios para una carcasa de fotosub serían inabordables en otros metales. La velocidad de fresado y coste de los útiles son también distintos según la dureza del material; por eso el aluminio pisa con fuerza en el buceo técnico. Aunque existen muchas calidades de aluminio, no hay una gran diferencia de precios entre ellos y los buzos usamos casi exclusivamente los de tipo 6xxx,, que van aleados con magnesio y silicio para darle más resistencia y menor conductividad eléctrica. En concreto el 6061 se conoce como “aluminio estructural” y puede estar curado (T6) o no (T4). Lo malo del aluminio cuando se sumerge es que produce un proceso químico de electrólisis que lo corroe. Si refrescas tus conocimientos escolares, la electrólisis es un proceso que hace viajar los electrones de un metal a otro por medio de una sal disuelta en un líquido. En principio, el aluminio no está sujeto a electrólisis mientras no esté mojado y en contacto con otro metal más “noble”, que causa la llamada “corrosión bimetálica”. Un tornillo de acero inoxidable roscado en una chapa de aluminio produce este efecto cuando se mojan. Ahora bien, si separamos ambos metales por una junta, igual que sucede con una botella de buceo y el grifo, el fenómeno se detiene, porque no hay conexión eléctrica entre ellos. Una estrategia para reducir la conductividad es pintar el metal. Si el metal no está directamente en contacto con el agua, no hay conductividad; por eso se pintan los barcos de metal. No obstante, cualquier punto en el que falte pintura canalizará el flujo eléctrico y hará desprender el resto de la pintura. En el caso del aluminio y el titanio se suele preferir el anodizado, que se trata de un pasivado de las superficies mediante una capa de óxido que se produce precisamente por electrólisis controlada y que en ocasiones se aprovecha para dar los característicos colores, tan demandados por los clientes; si bien el anodizado duro (normalmente negro) es mucho más grueso que el de color y por tanto más eficaz. La junta tórica de una botella o de los tornillos de una carcasa, actúa como aislante eléctrico y detiene la transmisión de electrones, que percibimos por la acumulación de sales, el levantamiento de la pintura o incluso agujeros como de carcoma. Sin embargo, aunque la botella esté aislada de su grifo, cuando están sumergidas ambos metales se conectan a través del agua y comienza la cesión de electrones. Afortunadamente, lo usual es que la botella salga del agua al cabo de una hora y se seque. Es vital que no quede agua en el cuello de la botella, lo que produce daños muy dramáticos si la botella mojada queda almacenada en un ambiente húmedo o se mantiene dentro de la bolsa con todo el equipo mojado tras el buceo. Unos pocos días en esas condiciones superan la corrosión esperable tras cientos de inmersiones y es la causa de que algunos componentes de aluminio del equipo se arruinen en poco tiempo.
A diferencia de lo que sucede con las partes sumergidas de un barco, con el material de buceo lo tenemos sencillo si el material se seca. Es cierto que las sales del agua de mar producen electrólisis, pero el agua de muchas cuevas es incluso más reactivo aunque no tenga sodio. El calcio, el magnesio y otros muchos elementos presentes en el agua dulce también producen electrólisis. Sin embargo, no es una cuestión de endulzar sino de secar. Por mucho que endulces si queda humedad entre el cierre de acero y la pared de una carcasa, proseguirá el galvanismo días después de salir del agua. En estos puntos, como son las roscas de los tornillos que sujetan el cierre de un torpedo o una carcasa fotosub, existen elementos ocultos como los helicoils que añaden un tercer metal a la ecuación y pueden provocar corrosión interna. Si el componente es de calidad, su fabricante habrá añadido una junta o una arandela plástica bajo la cabeza del tornillo, aunque ambas tienen un efecto menor para evitar la corrosión causada por un helicoil. Si eres capaz será buena idea meter silicona o en su defecto grasa en las roscas antes de la primera inmersión. Al aluminio de las linternas es una condena de los buceadores técnicos. A medida que han mejorado sus prestaciones, ha sido necesario disipar más calor. Aunque hay plásticos que transmiten bien el calor (Delrin, y sobretodo polipropileno), ninguno de ellos aguanta el uso de un foco fuera del agua. Tendríamos que recurrir al bronce cromado como usan los reguladores, lo que haría el precio de las linternas prohibitivo o el aluminio con todo lo que llevo dicho. Una buena linterna lleva el pasamuros de latón o acero roscado de serie a con el par correcto. Muchos buzos tienen la costumbre de apretar este tipo de roscas a veces dañando el cable, pero en lo que nos ocupa, aplastando la tórica hasta que el metal hace tope y toca con el aluminio. Si esto se produce vamos a tener un puente galvánico incluso fuera del agua. Cierto que la atmósfera sobre las sales que puedan haber quedado depositadas en el metal no genera la conductividad del agua, pero su efecto es continuo. Si sumamos un mal almacenamiento, falta de secado previo y un contacto permanente por defecto de fabricación o manipulación indebida del usurario, hasta la mejor aleación con el mejor anodizado está condenada. Es por esta razón que el DIR huía de las conexiones metal con metal. Finalmente, hay que hacer alusión a los clips tan usados en buceo técnico. El roce de un clip de acero inoxidable con cualquier elemento de la linterna (por ejemplo al quedar guardada) causa daños visibles por galvanismo en muy poco tiempo. Viendo la trasera de muchas linternas se advierte el envejecimiento causado por el clip. Lo mismo puede decirse de las placas de aluminio con arillos en D de inox. En una semana de vida a bordo causará daños importantes en la placa. Si dispones de un polímetro como los usados habitualmente para comprobar las baterías antes de bucear, podrás llegar a medir la diferencia de potencial entre dos metales que estén en contacto y sometidos a humedad. El mejor consejo es que no manipules el material de buceo si no tienes formación para ello. Algo tan simple como roscar un grifo puede dañar el asiento y causar el tipo de daños que estamos comentando si se hace indebidamente. Si por configuración necesitas usar clips, asegúrate de llevar una buena rutina de limpieza tras todos los buceos, aunque sean en piscina y especialmente SECAR todo lo que sea de aluminio o esté en contacto con él. ROMPE la conductividad, corta el circuito eléctrico que se pueda formar ente piezas de distintos metales que puedan quedar en contacto sobre el suelo húmedo o en un ambiente cerrado y sobre todo, sigue escrupulosamente las instrucciones del fabricante. |