Los que tenéis contacto cercano conmigo seguro que me habéis oído hablar del chicle y los pocos alumnos que me han aguantado estarán hartos del ejemplo, aunque en todos estos años no he encontrado una comparación mejor: La seguridad es como un chicle.
No tiene relación directa con el DIR, o el buceo con rebreather, sino con la percepción personal del riesgo. Todos los buzos tenemos una percepción del riesgo un tanto especial. Primeramente porque bucear es de por sí una actividad peligrosa. Cierto que todavía hay quien está empeñado en afirmar lo contrario: mi primer instructor, se pasó un curso que entonces duraba 18 días completos insistiendo en que el buceo es el penúltimo deporte en la lista de los que menos accidentes generan, detrás del tiro con arco; siento contradecir a mi instructor, pero el buceo es uno de los deportes que más fallecimientos provoca, tanto en términos absolutos como en función del número de practicantes. En segundo lugar, porque cuando al técnico nos referimos, el buceo se desarrolla en entornos o bajo condiciones que añaden al propio riesgo del buceo aquellos otros derivados de la profundidad, el frío, las cuevas o extenuantes viajes en coche. Por tanto, puede decirse que en general los buceadores técnicos hemos asumido la práctica de una actividad que involucra un acusado elemento de riesgo estadístico. Para algunas personas, bucear en una cueva sumergida a más de un kilómetro de la entrada puede ser una actividad relajante, mientras que para otras conducir sin cinturón es una temeridad. Del mismo modo para una misma persona diferentes actividades con riesgos objetivamente distintos, son percibidas como igual de peligrosas comparativamente. Esto es lo que podemos denominar “percepción o valoración subjetiva del riesgo” y depende de nuestra experiencia personal y de la información con la que contemos. Por eso a veces se oye que “la ignorancia es osada” o que “actuamos con la temeridad del novato” y hacemos cosas con las que los más expertos se echarían las manos a la cabeza. La cuestión es que cuando disponemos de una cierta experiencia, elegimos el nivel de conservadurismo en que nos sentimos cómodos. Vamos ganando información (que nunca es completa) y elegimos dónde poner el listón. Asumimos que no existe una situación que garantice al 100% nuestra seguridad. Por ejemplo, hay buzos que afrontan grandes incursiones sin redundancia o sin redundancia que garantice todo el regreso, porque ciertamente es remotamente posible sufrir un fallo catastrófico precisamente en el lugar de máxima penetración, al límite de la reserva de gas. El caso opuesto es de un compañero que tuve, que llegaba a plantearse qué haríamos si había un terremoto mientras estábamos dentro de la cueva. Este planteamiento a mi me puede parecer absurdo, pero la situación no es nueva cuando Parker Turner falleció precisamente así. Por tanto, no podemos pensar en los riesgos como algo objetivo o abstracto sino como una interpretación siempre subjetiva en función de la experiencia personal. Una vez asumido un nivel personal de conservadurismo, el mayor peligro que tenemos los buzos es comenzar a estirarlo como el chicle. Por ejemplo, plantearnos llevar una reserva de gas de cuartos tras un análisis exhaustivo pero la modificamos más tarde porque no disponemos de suficiente gas para lo que queremos hacer. Con ello, nuestras estimación del riesgo, que parte de un análisis racional, se vuelve irracional. Más tarde podemos pensar que incluso con mitades podríamos salir, simplemente acelerando el ritmo de retorno, así que hacemos medios... y es que podemos estirar el chicle indefinidamente. A medida que nuestras inmersiones se vuelven más y más extremas, es frecuente que el buzo acorte la deco en función de su propia experiencia y la deco se puede acortar más y más... hasta el punto de no hacerla. Como el chicle. Muchas veces me ha comentado quien quiere bucear DIR (como protocolo con determinado nivel de conservadurismo basado en el buceo en parejas), que buceaba con compañeros no DIR, porque no tenía ninguno cerca. Pues en el caso del DIR esto también es como el chicle, y se puede aplicar al buceo con aire, al buceo en solitario, al buceo con CCR... como el chicle. Por tanto, cuando me preguntan sobre la seguridad, lo suelo resolver explicando que la seguridad es como el chicle: lo puedes estirar y estirar. No oí nunca que nadie usara ese ejemplo. |