Hemos pasado una semana en la región francesa de Lot, realizando lo que hemos denominado un "vida a bordo" de buceo en cuevas (toda la semana viajando y durmiendo en una furgoneta).
La aventura comenzó el domingo 17 de abril por la mañana, cuando los componentes del equipo nos juntamos para recopilar el diverso material que habíamos traído todos y tratar de organizarlo para que cupiera adecuadamente en la furgoneta, que sería nuestra casa durante la siguiente semana. Ponemos el compresor aquí, el botellón de O2 allá, los bibos por allí, las botellas de etapa acá... Llevamos todo lo necesario para dormir, cocinar y cargar nuestras botellas con Nitrox 32 para nuestras inmersiones. Tras jugar durante una hora al Tetris, arrancamos la furgo y nos vamos destino a Montvalent, nuestra intención es recorrer las cuevas de la región de Lot, empezando por el Norte e ir bajando hacia el Sur. Llegamos anocheciendo a St. Georges y buscamos un campo cercano, no vallado ni cultivado para aparcar la furgo y plantar la tienda. Nos acercamos a la poza de la cueva, donde observamos que el agua no era muy cristalina que digamos. PRIMER DÍA DE BUCEO, ST. GEORGES:
Nos levantamos con una temperatura exterior de 3ºC (vaya, creía que haría menos frío), por lo que tras tomarnos el desayuno, nos desplazamos hasta una zona donde podemos recibir el calor de los rayos solares. St. Georges está en la cara Oeste de la montaña, lo que hace que el sol no llegue hasta mediodía. Tras calentarnos algo, procedemos a iniciar el ritual de equiparnos y preparar el buceo. Equipamos los bibos y los llevamos a la orilla, nos vestimos, y al agua! St. Georges tiene una poza amplia y que baja hasta una profundidad de 9 metros, donde se encuentra la entrada a la cueva. El hilo, como ocurre en todas las cuevas francesas, se inicia tendido desde el exterior, atada a un árbol en la orilla menos accesible. Descendemos siguiendo el hilo y encontramos la boca de la cueva, que inicialmente es un poco estrecha y desciende rápidamente en forma de pronunciada rampa hasta los casi 30 metros de profundidad en menos de 50 metros de recorrido. Desde allí, inicia lentamente su ascenso, y a los 340 metros aproximadamente se lega a una T, en la que siguiendo uno de los segmentos se llega a una burbuja de aire. Aquí es donde nos damos la vuelta, ya que hemos llegado a nuestro gas de retorno. El estado de la línea es muy bueno, salvo algún punto en el que el hilo se entrampa. Tras salir del agua, ponemos a cargar las botellas, y preparar la comida. La ventaja a la hora de cargar es que al estar el botellón lleno, podemos aprovechar la presión del botellón para cargar por presiones parciales y ahorrar tiempo de compresor. Tambien aprovechamos para dejar secar los trajes y las ratas al sol del medio día. Vemos durante nuestros trabajos que a la cueva se dirige un equipo alemán formado por dos buzos en abierto y otro en CCR, así como un equipo de dos franceses que se internan en la cueva también con CCR (y algo parecido a un PASCR en lateral) y scooters. Tras volver a preparar todos los equipos, y dipuestos a meternos en el agua, vemos aparecer a los franceses, que estuvieron como dos horas dentro de la cueva. Finalmente nos sumergimos tras algo más de cuatro horas de intervalo en superficie, con objetivo de llegar a salir en la burbuja de los 340 metros. Nada más entrar, nos percatamos que la visibilidad en la cueva se ha reducido bastante, de manera que conviene que los miembros del equipo vayan cercanos, para evitar que el de atrás pierda la visión del primero del grupo. Finalmente llegamos a la T que asciende a la burbuja, colocamos nuestras galletas señalizando la salida y emergemos en ella. La burbuja es algo diferente a lo que se esperaría en base a la topografía publicada, dado que no se aprecia tanta altura como cabría de esperar. Retornamos, no sin antes realizar las correspondientes paradas de deco desde los 12 metros (por la bajada a 30 mts) aunque hayamos tenido un perfil con una profundidad media de 18 metros. Salimos a superficie y procedemos a recoger los equipos, cargar las botellaspara el día siguiente y reorganizar la furgoneta. Una vez terminado, no ponemos en camino a la Font de Truffe. SEGUNDO DÍA DE BUCEO, TRUFFE Y CABOUY: Nos despertamos de nuevo a la sombra de la montaña, pero el hecho de haber aparcado sobre la losa de hormigón que hace de puente, mejora sustancialmente la sensación de temperatura del interior de la furgo, al no haber tanta humedad. Nos acercamos a la entrada de la cueva, en la que el nivel de agua está aproximadamente a la mitad entre su nivel más alto y el fondo de la poza, pero descubriendo con desilusión que el agua está muy turbia. Aún así, decidimos darnos una oportunidad y tratar de bucear la cueva. Mientras estamos desayunando se acerca un grupo de belgas, con diversos tipos de montaje de los equipos, incluido un CCR. No tratamos de equipar rápidamente para tratar de ser los primeros en intentar entrar. En el agua, y tras las verificaciones oportunas pre-inmersión, nos sumergimos, siendo yo el buceador que irá en primera posición, dado que me conozco la cueva. La visibilidad una vez sumergidos es la esperada (casi cero), pero aún así, yo puedo intuir la boca de entrada de la cueva (siguiendo la línea). En semejante visibilidad, y conociendo la existencia de la restricción, nos movemos en contacto al tacto. La línea queda tendida por la derecha, si bien para pasar cómodamente es mejor ir al lado izquierdo de la restricción que es algo más amplio. Yo localizo la abertura de la restricción final, me centro en la misma y trato de pasar, y aunque resulta tan estrecha que mi barriga y el bibo rozan contra el suelo (o mi barriga tan grande) y la piedra, el fondo de grava ayuda a que con cierto movimiento finalmente logre pasar al otro lado, donde la visibilidad mejora ostensiblemente, si bien el agua tiene cierto aspecto lechoso, la cueva es buceable. Giro en helicópterio, y centro mi atención en la entrada de la cueva, iluminando hacia la restricción para tratar de que mis compañeros puedan ver mi luz, y con ello la entrada de la misma, a la par que atento de que pudiera haber algún problema. Finalmente veo como Jose mueve la linterna indicando que hay algún problema y veo como su luz cambia de dirección, !!!! Abortamos !!!!. Me dirigo hacia la salida, me introduzco por la restricción y me encuentro con las aletas de Jose. Espero quieto un par de minutos, hasta que Jose consigue salir, momento en el que inicio yo mi salida. Me muevo hacia adelante, pero en pocos segundos mi bibotella golpea con algo que yo no veo (visibilidad cero). Oculto la luz de mi linterna hasta quedar en total obscuridad, la luz del exterior no llega hasta el interior de la restricción, por lo que no puedo ni siquiera adivinar su controno para guiarme en la salida. Se que tendría que moverme hacia mi derecha para salir, pero el hilo queda a la izquierda por donde no puedo pasar.... Tenso el hilo y trato de avanzar, pero otra vez vuelvo a golpear con el bibo... Decido soltar el hilo e irme a la derecha, moviéndome a tientas por la restricción, y ocultando frecuentemente mi luz para tratar de identificar el resplandor de la luz del exterior... nada, sigo avanzando, al menos ahora no choco con nada, avanzo, ahora choco, oculto la luz, estiro los brazos para palpar la piedra, reposiciono mi cuerpo, avanzo y vuelvo a chocar, otra vez la misma operación, avanzo, y al final veo la luz del exterior, y salgo en la base de la poza... alivio... Salimos al exterior, pero vemos que los belgas van a tratar de forzar la entrada en side-mount, y van a tender un cordino guía por la izquierda, así que decidimos esperar a ver su evolución antes de darnos por vencidos por Truffe. Los belgas hacen un intento que no da sus frutos, la entrada de la cueva está impracticable, por lo que salimos, recogemos los bártulos, y nos vamos a Cabouy, a donde llegamos más o menos a la hora de comer. En Cabouy el panorama cambia, ya que nos encontramos con su gran poza rebosante de agua y saliendo de ella bastante caudal, aunque en el mismo agua de ésta se pueda apreciar que la visibilidad no va a ser nada del otro mundo. Aparcamos en una zona discreta, y nos llevamos el compresor por un camino, para que su ruido no moleste a los posibles visitantes, puesto que hemos de recargar lo poco que hemos gastado en Truffe. Nos introducimos en la poza, y nos dirigimos a la plataforma que permite el acceso a la vertical de la tubería de bombeo, de donde parten unas cadenas hacia el fondo que ubican el inicio de la línea, realizamos los correspondientes procedimientos pre inmersión, y nos sumergimos. Tal y como preconizábamos, la visibilidad no es muy buena, y aunque permite bucear la cueva en equipo, no se llega a apreciar toda la magnitud de la cueva, dado que también hay zonas donde ésta es muy amplia. Existe una rampa descendente que nos lleva a -32 metros de profundidad en menos de 50 metros, si bien hay que contar que la entrada de la cueva queda a -18 m, para posteriormente ir ascendiendo lentamente. Alcanzamos unos 325 metros en el interior de la cueva, y nuestros manómetros nos indican que debemos salir, por lo que dedo arriba y retorno. A la salida prolongamos la descompresión sobre la obtenida de la profundidad media por el pico de -30 metros cerca de la salida. ¡Es fácil y cómodo hacer la deco en aguas abiertas! Tras salir, de la cueva y proceder a desequiparnos, vamos dejando a secar trajes y ratas, mientras preparamos la comida, y arrancamos el compresor para dejar las botellas preparadas para el día siguiente. Cuesta un buen rato preparar las botellas para tres, por lo que en ese tiempo, comemos, relizamos labores de mantenimiento, carga de las baterías y organización de la furgo, que como siempre va al milímetro. Una vez empaquetado todo, nos dirigimos a Marcilhac Sur Celé, donde hacemos noche para despertarnos al día siguiente cerca de Ressel. |